A principios de siglo, Xàbia daba un paso adelante en las políticas a largo plazo y estrenaba una planta de desalación de agua por ósmosis inversa. La infraestructura fue una apuesta 100% municipal; Costó 24 millones de euros y no recibió ninguna ayuda pública.
Se construyó con la determinación de que era imprescindible empezar a dar pasos para afrontar con mejores garantías los graves periodos de sequía que sufría el municipio y garantizar un suministro sin depender del ciclo de lluvias. Y no solo ha cumplido con las expectativas iniciales, sino que también ha permitido a la empresa municipal Amjasa cumplir con uno de sus compromisos principales: abastecer de agua potable con la mayor sostenibilidad medioambiental y económica posible
Porque esta fábrica que se nutre de agua de mar no solo es una garantía extra para los miles de abonados, sino una herramienta para proteger “lo invisible”: los acuíferos milenarios de los que se ha servido siempre a la población y la actividad agrícola.
“Desde AMJASA sabemos que los pozos no solo son un recurso hídrico escaso, sino que la sobreexplotación de ellos supondría una alteración irreparable de los ecosistemas de los que forman parte. Por ello, el agua proveniente de la desalinización es tan importante en el ciclo del agua en nuestro municipio”, explican desde la empresa pública.
Fieles a su compromiso de gestionar del mejor modo posible el ciclo integral del agua de Xàbia para que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de este bien público, apuestan por el equilibrio. Sin que lo económico sea determinante.
Porque incluso siendo los pozos una fuente de agua mucho más barata –mucho más en tiempos como los actuales en el que el gasto energético está disparado- la balanza entre los costes superiores que supone el agua desalada y los riesgos de agotar los recursos hídricos naturales sigue clara. “Se deben tomar todas las medidas posibles para para alcanzar la sostenibilidad”.
Por este motivo desde AMJASA apuestan por mantener una considerable presencia del agua procedente de la planta desalinizadora, que supone alrededor de un 50% de la suministrada a través de sus redes. “Se pretende así favorecer la regeneración de los pozos naturales de los que disponemos, sin repercutir los costos extra de este proceso al consumidor, ya que entre nuestros objetivos principales también se encuentra la responsabilidad social” aclaran.
Para ello han hecho una fuerte apuesta por la eficiencia energética, instalando hasta cinco estaciones fotovoltaicas para autoabastecerse y con las que generan suficiente energía para abastecer una estación de bombeo que suministra el agua a unas 7.000 viviendas de las urbanizaciones del sur del municipio, las oficinas y los cargadores de los vehículos (la mayor parte de la flota de la empresa es eléctrica). Estas políticas han permitido que en los últimos diez años la factura eléctrica de la hídrica se reduzca a prácticamente un tercio, todo un hito en tiempos de gran incertidumbre a nivel energético y de encarecimiento de los costes eléctricos. Y la que todavía compra a distribuidoras tiene garantía de origen renovable en todos sus contratos.